martes, 5 de mayo de 2015

Delicadeza Patrimonial. O cómo entender un recurso que se escapa

Por Antonio García Baeza. 
Historiador del Arte y Museólogo.

Mucho se viene hablando en los últimos tiempos de Patrimonio Cultural como concepto al que aludir cada vez que se busca un rango distintivo de calidad. Ante la coyuntura actual en que este recurso se enarbola en nuestra ciudad como vía de desarrollo mediante su explotación turística deben surgirnos varios interrogantes: ¿es sostenible la línea marcada? ¿Están bien dirigidos los recursos que se le destinan? ¿Hay que mirar únicamente al visitante o debe primar el disfrute público? Y los profesionales dispuestos a su frente ¿son suficientes y atienden al, tan aludido, sistema multidisciplinar? ¿Se incentiva su investigación? Más aún, ¿qué ocurre con los patrimonios aún no contabilizados?

Vayamos por partes.

Sin duda Carmona custodia, por mor histórica, uno de los mayores conjuntos históricos y culturales de España. Una realidad palpable propiciada por la estima de los carmonenses que han sido y son, y por la delicadeza que han tenido para con el recuerdo sus predecesores. Este respeto, sabiamente, nunca se ha confundido con el conservadurismo o el inmovilismo sino que se ha sabido compaginar con el presente bajo el concepto de sostenibilidad, que permite su reinvención y disfrute continuo.

Pues bien, en los últimos años hemos asistido impávidos y desarmados a la relajación de tales principios por parte del Ayuntamiento. Hemos contemplado cómo quien se debe erigir como el primer garante de la reserva patrimonial no sólo ha olvidado su cometido sino que ha dispuesto, avalado y permitido situaciones, como mínimo discutibles, pese a la advertencia expresa de un buen número de ciudadanos, profesionales y técnicos. No hablamos de calles sucias, ni de cables –urbanos o efímeros– pululando por toda la ciudad. Hablamos del tráfico rodado que ha cruzado espacios peatonales tan consolidados como la calle Prim o la Puerta de Sevilla. Las cajas de luces ancladas a muros históricos. Las obras viarias descontroladas. Los mercados de ocio dispuestos en espacios preservados por el Estado como reserva histórica. El fin de la huella de edificios históricos como san José. Los temerarios usos de varios emblemáticos inmuebles. O la falta de tacto al colocar ‘cacharritos’ durante el paso del cortejo de las cofradías. Factores que denotan, no sólo dejadez o la merma de recursos, sino un desconocimiento pleno de la materia y una falta de delicadeza patrimonial por parte de los gestores políticos.

Ante esta realidad los carmonenses debemos responder como lo hemos sabido hacer a lo largo de nuestra existencia, es decir, manifestándose cada cual como agente del patrimonio más cercano: encalando paredes, luchando por el flamenco, cuidando nuestro entorno, comprando en nuestros comercios, engrandeciendo nuestros cortejos cofrades… Y es que existen tantos patrimonios como sensibilidades ha tenido la humanidad. Por ello no sólo los edificios, la arqueología o los documentos se contabilizan como tal, sino también el arte, los libros, las costumbres, los ritos, las industrias históricas, la artesanía, los útiles de labor, los motes, el cante y un largo etcétera por el que hay que luchar día a día.

Carmona es una pequeña-ingente reserva de patrimonios que debe contar con recursos continuos para su preservación. Debe diversificar el conjunto de los profesionales que se dedican a su custodia por medio de profesionales de nuevo cuño que están preparados en la materia. Debe propiciar y divulgar investigaciones ad hoc. Pero también debe volver a hacer hincapié en la educación diaria, desde el niño al adulto, sin relajación alguna, y volver a empoderar a los vecinos –tanto individuos como colectivos asociativos– como los principales creadores, conservadores, investigadores y difusores de la cultura del municipio.

Y aún restan nuevos retos que nuestra ciudad aún debe afrontar. Otros patrimonios que se nos escapan de las manos y que ni siquiera se tienen en cuenta. Ya que apenas se hace nada en materia de arte actual, ni con los yacimientos arqueológicos ocultos en el campo, con la literatura, con el cante autóctono, con el patrimonio industrial o el comestible. Porque el patrimonio es la huella que dejamos tras de si los humanos y el recuerdo que queda de nosotros.

Es por ello que desde estas líneas abogo a todos a pensar en una ciudad que vaya más allá de la postal, que es estática y bella. Seamos un municipio activo y que se mueva enarbolando la bandera del Patrimonio Cultural como signo distintivo de los carmonenses.

2 comentarios:

  1. Bien Antonio, estamos en ello. Desde el Club Caballista Carmona enarbolamos la bandera del Patrimonio Natural: Caminos, cañadas, veredas, cordeles... una ingente reserva por conocer.

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  2. Gran articulo, endogamia pura y dura típica del mas rancio chauvinismo. Si la gente de aquí supiera de su historia, de sus errores o de sus aciertos a lo largo de sus generaciones, por ejemplo la Necrópolis sería un lugar de paseo como lo es el parque del Almendral. Lástima que no lo es al igual que se me priva de cruzar la calle de la puerta de Santiago por motivos "de salubridad pública". Por tanto no se trata solo de profundizar "en el mas atrás" del que la gente no tiene ni puñetera idea; aquí los romanos ya incineraban a sus muertos y hemos tardado años en ponernos de acuerdo en donde dos mil años después poner solo uno, uno solo, crematorio. ¿Sabes cuantos coexistieron aquí?. Yo si lo sé. Pero esa curiosidad da igual, por no decir cosa mema. La clave está en que su gente tenga sentido de ciudad y apueste por ella, evidentemente para ello necesita ser consciente de que su capacidad individual, sea la que sea, va en ese sentido. El Patrimonio Cultural aquí no existe tal usted entiendo desea decir, aquí no hay una Biblioteca de Alejandría, ni una escuela de traductores de Toledo; aquí, en el mejor de los términos hay un patrimonio costumbrista que a la gente le endogamia, poco mas. Esta misma conversación, de arte, cultura, historia, sociedad y añado futuro eclesiástico se debatía en el bar "los barriles" sito en Villarosa hace años a cargo del fallecido Martin Kimpenbbeger (o como se escriba). El único reto, para mi, que esta ciudad debe de afrontar es su miseria. Y sepa usted, que el primer boceto de la obra mas conocida de ese autor, la del sapo crucificado que la Iglesia prohibió su exposición, dicen se dibujó aquí. , cosas de la "contracultura" local, jajajajaja. Un saludo, no por mi comentario entienda soy irrespetuoso con su articulo y su idea de ciudad. Banderias

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